LA RESILIENCIA EN LA INFANCIA: claves y ejercicios

Qué tranquilidad nos daría pensar que nuestros y nuestras peques fuesen capaces de no sólo superar las adversidades de la vida, sino de ser capaces de fortalecerse de ellas, ¿verdad? ¡Sabiendo que aunque la vida les sacuda, su bienestar, su felicidad, su autoestima va a prevalecer! Pues esto se llama RESILIENCIA.

resilienciaLa palabra resiliencia se ha ido extendiendo cada vez más, estando ya integrada dentro del lenguaje del mundo educativo y del desarrollo psicosocial de los niños y niñas. Además está muy ligada al desarrollo de la inteligencia emocional.

Efectivamente, se refiere a una CAPACIDAD que nos permite regularnos ante una compleja situación, adaptarnos, sobreponernos y salir fortalecidos de ella. No se trata de evitar ni esquivar el dolor, ya que eso es imposible. Se trata de salir fortalecido/a de la adversidad.

Durante los años 80 cuando el concepto empezó a resonar, se tenía la creencia firme de que era algo con lo que se nacía (se posee o no se posee). Ya en los 90’ se comienza a percibir como un proceso que se puede ir aprendiendo.

Hoy en día se ve como una construcción. Desde esta perspectiva la resiliencia no es nada determinista e inamovible, sino que es un fenómeno mucho más multidimensional y complejo.

Se desarrolla como resultado de un ambiente, de unas condiciones de vida y de las interacciones del niño/a con su alrededor.

La resiliencia se suele clasificar en dos tipos:

  • Resiliencia primaria: es aquella proporcionada por los primeros cuidadores, en general los padres y madres a través del apego. Con apego nos referimos al vínculo que proporciona al niño/a atención y cuidados y que favorece el desarrollo emocional.
  • Resiliencia secundaria: se adquiere a través de la experiencia y otras personas que marcan nuestras vidas.

Gonzalo Marrodán (psicólogo clínico y psicoterapeuta) nos acerca esta clasificación a través de una metáfora. Cuenta que la resiliencia es como un edificio; los cimientos serían la resiliencia primaria y cuanto más fuertes sean menos posibilidades de derrumbarse tendríamos. En cambio, la resiliencia secundaria serían los edificios de alrededor, que también nos dan apoyo y sustento para que no nos caigamos.

Como adultos y adultas nuestro papel a la hora de fomentar la resiliencia en la infancia tiene un peso relevante tanto en la resiliencia primaria (a través del apego con nuestros hijos e hijas), como en la resiliencia secundaria (profesores/as, educadores/as, entrenadores/as, amigos/as, personas de referencia…).

A través de las experiencias que les proporcionamos estamos influyendo, por ejemplo a través del deporte, del cine, el teatro u otro ocio que propongamos. A veces basta con una maestra que con una frase devolvió la esperanza, un monitor que le hizo comprender que las relaciones sociales eran fáciles, un escritor, un cantante…

resilienciaUn niño/a no puede adquirir la resiliencia por sí solo, como figuras de referencia elegimos ser el pilar, elegimos ser el bastón de resiliencia. Pero cuidado, aun siendo los primeros años un pilar sensible para la construcción de recursos internos de la resiliencia, también se puede adquirir posteriormente. Aunque ya no se forma de manera tan rápida, se forma igualmente.

Siguiendo con las metáforas, la resiliencia primaria en una partida de póker supondría empezar el juego con más o menos fichas con las que apostar, pero eso no determina cómo acabará la partida.

Puede haber contextos que no nos dejan desarrollar los vínculos de forma sana. Cuando el contexto cambia, en un breve periodo de adaptación se hace posible que el/la niño/a o adolescente experimente una adaptación inversa.

En cuanto al apego, “los niños y niñas con un apego seguro, tienen más probabilidad de lograr un buen nivel de competencia social, confianza y un sentido del yo consciente” (José Luis Rubio y Gema Puig, 2015). Por contra, cuando el apego no tiene lugar estos/as niños/as al crecer tienen más posibilidades de desarrollar algún tipo de trastorno y/o mayor dificultad de establecer relaciones interpersonales íntimas.

Como padres y madres no somos héroes ni heroínas y hay que tener en cuenta que nos exigen excesiva e imposible perfección. Por ello, es importante resaltar que lo más importante para promover la resiliencia viene de algo natural; el amor incondicional hacia los niños y las niñas.

 

10 HÁBITOS Y/O TAREAS (BÁSICAS) PARA PROMOVER LA RESILIENCIA EN LA INFANCIA:

  • Fomentar las relaciones entre iguales de los niños y niñas, es decir, que haga amigos y amigas. Es interesante que favorezcamos las relaciones de amistad en diversos entornos, para que conozca además diferentes realidades a la suya. Ayudarles a que ponga atención tanto a los niños y niñas más sociables como a los más aislados.
  • Valorar las relaciones familiares. Un entorno familiar seguro es una base difícilmente sustituible. Transmitirles la importancia de las relaciones con su familia directa y extensa (abuelos/as, tíos/as, primos/as…) es enriquecer a nuestras hijas e hijos siempre que sea dentro de un entorno seguro. A veces podemos tener la sensación de que es una familia no elegida porque sea muy diferente a nosotras/os, eso no quita que no pueda enriquecer y hacer más conscientes a los/as pequeños/as de nuestras raíces.
  • Realizar, disfrutar y aprovechar las actividades y experiencias gratificantes. Sin olvidarnos de hacer con ellos/as cosas nuevas de vez en cuando.
  • Potenciar las emociones agradables (todo aquello que proporciona alegría, amor y felicidad). Al terminar el día repasar lo mejor que nos ha pasado a cada uno/a puede ser una mina de anclajes positivos. Cuidemos de no quitar importancia a sus emociones y aprovechemos para ofrecerles vocabulario emocional, fomentando este tipo de inteligencia. Si algo pasa durante el día que pueda ser complicado de gestionar emocionalmente o algo traumático no lo dejemos pasar. Promueve la conversación, el diálogo o el dibujo si es pequeño/a y/o no consigue expresar verbalmente. De esa manera estamos potenciando la gestión de la situación. Démosles papel, lápices, materiales diferentes y que creen lo que necesiten crear. Según Boris Cyrulnik, uno de los autores más prestigiosos sobre la resiliencia dice que ésta es el arte de navegar en los torrentes. Dibujar, jugar, hacer reír a los demás, nos ayuda a organizar la propia historia, comprender y dar. No es tanto que el/la niño/a sea o no resiliente, sino su evolución y su proceso de organización de la propia historia.

resiliencia

  • Proporcionarles todos los días un rato de escucha atenta y respetuosa de nuestra parte. No todos los días es posible que quieran hacer uso de esos espacios, pero así provocarás que cuando lo necesiten no lo duden. Creando una buena cultura de la escucha en el hogar prevenimos barreras más difíciles de afrontar para cuando sean adolescentes.
  • Aportarles afecto con contacto físico asiduamente. No cabe decir que esto se debe dar tanto desde la figura paterna como desde la materna si ambas están presentes.
  • Potenciar el compromiso y la fijación de metas: la automotivación es una competencia básica de la inteligencia emocional y cuanto antes la cultivemos es mejor. La clave está en ayudarles a acabar lo que empiezan, que disfruten de esa sensación y potenciarles a que se fijen pequeñas metas u objetivos acordes a su edad. Anímales a elaborar proyectos para el futuro. Tanto relativas al ocio como de tipo académico/profesional. Tanto a corto como a medio-largo plazo. Esto les ayude a buscar mecanismos de escape ante las adversidades del día a día.
  • Ser conscientes de que somos su marco de referencia en cuanto a las creencias y valores. Imitan a su entorno y más aún a las personas de referencia. Utilizar un lenguaje positivo, evitando comparaciones, desprecios, victimismos, culpabilidades… Recordemos que existe el “Efecto Pigmalión” y que si los mensajes que les damos son del tipo “puedes conseguirlo” les preparemos mentalmente para que lo consigan. No hace falta decir para qué les preparamos si les decimos constantemente que son unos vagos, desastres, despistados, etc.
  • Conciencia corporal: sentirnos descansados, bien alimentados, con energía, cuidados y aseados, nos aporta equilibrio y bienestar. Esto es un complemento básico para la seguridad del niño/a y que pueda poco a poco sentirse capaz de crear sus rutinas.
  • Y, por último, tener en cuenta la gratificación que produce sentirse útil es un aprendizaje que marcará favorablemente su relación con la sociedad. Démosles la oportunidad de ayudarnos y ayudar a los demás desde pequeños para que se sientan realizados.

 

Para finalizar el artículo os queremos ofrecer una  PLANTILLA DE EJERCICIOS para fomentar la resiliencia. Está planteada para niños y niñas de entre 5 y 11 años. Con ella podréis potenciar semanalmente muchos puntos que ayudan a desarrollar la resiliencia en la infancia. ¡Acompañadles en esta aventura y dejad que la fantasía les potencie el aprendizaje! DESCÁRGALA

Desde Plumaria estamos a vuestra disposición para cualquier duda y apoyo.

 

No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene la oportunidad de ponerse a prueba

Séneca

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