Los beneficios del error. Cambia tu mirada

El error, la equivocación, el fracaso son situaciones inherentes al hecho de vivir. Además somos personas, tenemos boca y como dice el refranero: quién tiene boca, ¡se equivoca! 

A lo largo de este artículo os iremos enunciando herramientas bien para tratar de salvar errores, o bien para gestionar la emoción que a cada uno/a le produzca.

Una de las herramientas más eficaces para evitar errores en la comunicación es la de concretar el concepto o idea  que estamos tratando. Haciendo esto podemos consensuar qué significado tiene para cada uno/a esa palabra. Por ejemplo, en este caso cuando hablamos del error, ¿qué entendemos por error?. Pues bien, en este artículo nos referimos a los pequeños errores del día a día, esas equivocaciones que tantas veces nos cuesta reconocer. Para concretar mejor aún, tomaremos como referencia la definición que ofrece la Real Academia Española

error
  1. Concepto equivocado o juicio falso.
  2. Acción desacertada o equivocada.
  3. Diferencia entre el valor calculado o medido y el valor real.

Como podéis observar, así enunciado, parece que cometer un error no dice nada de ti como persona ¿verdad? Son definiciones inocuas, sin un juicio de valor asociado. Profundicemos un poco los significados. La primera y tercera acepción se refieren a errores en la compresión de una información, o error en la manera de proceder al realizar una prueba. Parece que podrían ser los tipos de errores que podríamos cometer en la escuela, estudiando un master, o realizando algunas prácticas de la universidad, por ejemplo.

En cambio en la segunda acepción hablamos de errores derivados del realizar una acción.  En este caso hemos tenido que tomar una decisión, hemos tenido que elegir si actuar de una manera u otra. Es decir, en base a nuestra comprensión de la información elegimos actuar de un modo concreto.

Sea cual sea nuestra opción de error favorita, lo fundamental será permitirnos obtener el aprendizaje que ese error nos está brindando. Y es que si somos realistas, pretender llevar una vida sin error es algo prácticamente imposible, además de aburrido y poco saludable para nuestra autoestima, autoconcepto, equilibrio emocional, superación y un larguísimo etcétera.

Aun sabiendo que no se puede ser perfecto/a, ¿Por qué nos asusta tanto errar?

Es normal que en la sociedad occidental, la mayor parte de la población se sienta incómoda al cometer errores.  Haya o no haya consecuencia, no suele gustarnos equivocarnos, ni fracasar.

Existe la creencia popular de que el error está asociado al fracaso, y claro, nadie quiere fracasar o sentirse fracasado/a. Y es que cuando erramos, automáticamente comienza un diálogo interno poco benevolente con nosotras/os mismas/os. Nuestra creencia, socialmente aprendida, sobre el error nos lleva a pensar: ¿Cómo he podido equivocarme?, y de ahí pasamos a un machaque mental, que sin darnos cuenta va minando nuestra propia percepción de validez y, por lo tanto, nuestra autoestima.

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¿Pero es realmente así? ¿nos lleva el error a fracasar?

Cuestionemos nuestras propias creencias y esforcémonos en encontrar situaciones en las que el error no lleve asociada una sensación desagradable. Aquí os traemos unos ejemplos:

El ingeniero Greatbach trabajaba en la creación de una grabadora para el ritmo cardiaco en la universidad de Buffalo. Cuando cogió una de las piezas que tenía en su caja, cometió un error y colocó una resistencia con un tamaño equivocado. Así se descubrió el marcapasos.

Un día de abril de 1770, el inglés Edward Naime usa por error resina de hevea para borrar algo, creyendo que era una miga de pan. Se da cuenta de que eso funciona mucho mejor y gracias a esta equivocación apareció la goma de borrar actual.

¿Podríais pensar en alguna situación en vuestras vidas en las que el error se haya convertido en acierto? Esta es una reflexión interesante y muy útil para poder confrontar la creencia que cada uno/a tenemos del error. Seguro que en alguna ocasión, lo que parecía ser un fallo, finalmente fue un total acierto.

Nos han educado para evitar el error en lugar de educarnos para aprender de él.

Muchos/as habréis vivido situaciones en las que vuestros errores han sido castigados y/o han tenido consecuencias poco deseables. Si las consecuencias poco agradables se repiten tras el error, nuestra amígdala se encargará de recordar esa emoción (desagradable) y tratará de evitar que nos expongamos a situaciones que puedan tener esas consecuencias. Y así, hasta que finalmente hemos adquirido el MIEDO al error y a sus consecuencias.

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Una de las herramientas que nos pueden ayudar a concretar nuestro miedo a equivocarnos (requisito fundamental para poder gestionarlo) es la de preguntarnos: ¿Qué es lo peor que podría pasar si me equivoco?

Probablemente responderíamos esta con un: ¡Depende del contexto!

Con esta pregunta evitaremos que nuestros pensamientos se desboquen, y nos planteemos unas consecuencias tan fatales, que ni siquiera tengamos las ganas de intentarlo por el temor a equivocarnos. Como ya os hemos contado en otras ocasiones, no son los hechos lo que nos perturban sino la percepción que tenemos sobre esos hechos. Aquí os dejamos el enlace al articulo sobre la interpretación para ampliar información.

Poner límites a este tipo de pensamientos será un entrenamiento que nos resultará muy rentable y respetuoso hacia nosotras/os mismos/as. Y no sólo a ti, sino también a la gente que te rodea, por ejemplo, si tienes hijos/as a cargo será uno de los mejores ejemplos que les puedes ofrecer.

Vivimos en una sociedad que sobrevalora el éxito e infravalora el error y el fracaso, con ello le cortamos las alas al aprendizaje.

Patricia Ramírez

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