El apego desde una visión práctica

El apego es una palabra que todos hemos oído alguna vez, nos suena de libros, charlas o consejos entre amigos. Algo de lo que se habla con ligereza: de lo que significa, de sus tipos o de sus repercusiones. Sin embargo, con esta entrada al blog no queremos sonar repetitivas. Más bien nos gustaría proporcionar un acercamiento práctico, del día a día, al concepto de apego y unas pautas o pistas para poder ayudaros.

Partiremos de la siguiente idea: ¨ El apego es el contexto relacional básico donde van a surgir los primeros aprendizajes sobre el mundo¨. Es la posibilidad de ir creando una caja de herramientas completa, que sean diversas, útiles y estables para ir desenvolviéndonos en la vida.

La tarea fundamental durante los primeros años es la de establecer una base segura para explorar el mundo. Así, el apego tendría como función principal: ayudarnos a establecer una sensación de seguridad que nos permita movernos en el entorno de manera eficaz y proporcionarnos regulación emocional para ello. El apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.

Todos conocemos el gran peso y relevancia que tienen las relaciones sociales e interpersonales en nuestro tan querido equilibrio psicológico. Como buenos seres sociales que somos, entendemos el mundo gracias a la interacción con los demás, y esto es especialmente remarcable los primeros años de vida. Cuando somos bebés, buscamos nuestra regulación ante el mundo a través de la mirada y de la interacción de nuestro cuidador, de ahora en adelante le llamaremos: nuestra figura de apego. Los bebés activarán algunos comportamientos (mirada, sonrisa, llanto, búsqueda de contacto físico…) y su figura de apego tendrá que dar una respuesta sensible, de conexión y cuidado, que complementará la del bebé. Estamos frente a un sistema de apego saludable, positivo, de bienestar.

Entonces, podemos entender que gracias a un adecuado sistema de apego interactuamos de una manera exitosa ante el mundo, demandamos necesidades que son escuchadas y atendidas, se nos proporciona herramientas de bienestar, de seguridad y de protección y nos presta la estabilidad que necesitamos para enfrentarnos al mundo.

¡Que importante resulta entonces la atención, la sensibilidad, el afecto y el cuidado!

Si mantenemos un buen vínculo de apego con nuestros niños y niñas, conseguiremos que desarrollen:

  • El sentimiento básico de confianza hacia el mundo
  • La regulación de las emociones
  • El adecuado desarrollo cognitivo
  • La capacidad de modular impulsos.

Al principio le daremos nosotros las herramientas al niño; con el tiempo el niño/a sabrá por si solo cómo crearse su propia caja de herramientas.

Pongamos un ejemplo: Si un niño demanda ayuda y esta demanda es ignorada o cuestionada, o simplemente aleatoriamente atendida: el niño puede llegar a no hacer casos a sus propias necesidades, a omitirlas. Tampoco sabrá como regular esa sensación o emoción desagradable, no generará un vínculo afectivo estable, no tendrá auto mecanismos de regulación. Se encontrará a la deriva.

Sin embardo, si su figura de apego tiene la capacidad para sintonizar y muestra atención y amor, responde a sus necesidades y le proporciona herramientas de seguridad: el niño futuro desarrollará una sana inteligencia emocional, se sentirá seguro para explorar y conocer el mundo, confiará en sus posibilidades y sus herramientas. Aun cuando no se haya hecho así siempre, aun cuando no hemos atendido todas y cada una de sus necesidades: las desconexiones que se dan en el vínculo son temporales, y tras suceder, se reparan. Lo importante no es que el cuidador esté siempre, sino que la percepción del niño sea que estará finalmente si le necesita.

Por tanto, si al exponer nuestras necesidades de manera saludable hemos recibo ayuda, instalaremos esa forma futura de actuar. Si por lo contrario no ha sido así, desarrollaremos todo un sistema de conductas (más o menos adaptativas o más o menos disruptivas) para demandar esa atención.

¿QUÉ PEQUEÑAS ACCIONES PODEMOS INCORPORAR EN NUESTRO DÍA A DÍA?

  • Es igual de importante la calidad que la cantidad de tiempo. Es importante dedicar tiempo a nuestros niños y niñas, y que se tiempo sea de calidad, donde les ofrezcamos un buen apego seguro. Que noten que disfrutamos con ellos, que amamos el tiempo que pasamos juntos.
  • El afecto, el amor, la comprensión… ayudan a regular sus emociones… y acompañarles en el proceso de socialización. Como seres sociales y afectivos, el cariño y el amor son fundamentales para cualquier proceso de desarrollo, sea cual sea la edad de nuestra personita.
  • No solamente consiste en atender necesidades vitales, como la alimentación, la seguridad física o el sueño; sino también asistir a sus necesidades emocionales. No dudamos en correr a atender a un niño si se ha caído y se ha hecho una herida, o si tiene hambre. Pero es igual de importante poder acogerle cuando esté asustado o enfadado, cuando demande afecto o cuando exprese como se siente. Sincronizar con las necesidades emocionales del niño favorece un apego sano y seguro.
  • Estar accesibles a las demandas del menor, responder a sus necesidades y hacer sentir al niño merecedor de sus cuidados. Esto no implica una sobre atención o sobreprotección, no entraña tiranía por parte del niño; sino ofrecer al niño la sensación de amor e incondicionalidad. No se trata de hacer que los niños nunca se caigan, si no de que tengan la absoluta certeza de que vamos a ayudar a que se levanten cuando lo hagan. Es muy importante fomentar su autonomía estando nosotros detrás (o debajo) como base segura.
  • Ojo con lo que decimos, cuando estamos enfadados o nerviosos, pero no pensamos: para un niño lo que dice su madre, su padre o su figura de referencia es lo real, es verdad, lo que le digamos es lo que va a calar y sobre lo que va a cimentar.
  • Es factor fundamental la comunicación con nuestros niños y niñas: generar espacios donde puedan contar qué necesitan, cómo se sienten, cómo les gustaría que pasara… Y a su vez que puedan escucharnos a nosotros.

Conseguiremos así niñas, niños, adolescentes y futuros adultos y adultas en cuyo cerebro se encuentren grabadas frases como:

Soy digno/a de ser amado/a

Las personas son de confianza

El mundo es un lugar seguro

Yo mismo/a me valgo

Si estos vínculos afectivos son adecuados, generarán seguridad y pertenencia, y estructurarán vínculos saludables con otras personas y con nuestro entorno. Tendremos niños más independientes, más autosuficientes y dispondrán de mayores recursos personales para afrontar las dificultades de la vida sin depender de los demás. Serán más felices.



	

1 comentario en “El apego desde una visión práctica

  • Gran artículo, gracias por compartirlo. Completamente de acuerdo con todo, remarcar el tiempo de calidad con nuestros pequeños, dentro de todas nuestras responsabilidades como padres y adultos, ese tiempo de calidad, un libro, un juego en familia, un paseo por el campo, una charla cenando… Es calidad y desde mi punto de vista crean mucho apego!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *