La situación actual que nos toca vivir nos está llevando en la mayor parte de los casos a que compartamos más tiempo con nuestros hijos e hijas. Esto se puede vivir de muy diferentes maneras. Nos puede causar mucho estrés, frustración, resignación, múltiples enfados… Por otro lado, nos puede producir felicidad, alegría, ternura, gratificación y diversión.
Si queréis gestionar estas emociones tan intensas y diversas os recordamos la herramientas del SIENTO, PIENSO Y ACTÚO, que podéis encontrar en este enlace.
Ahora bien, vamos a sacarle a esta situación un sentido práctico y vamos a analizar algunas de las ventajas que tienen para nuestros hijos e hijas y la relación que tenemos con ellos/as el hecho de pasar más tiempo juntos:
- Respetar los ritmos de nuestros hijos e hijas.
Los niños solamente son lentos cuando les comparamos con nuestra vida de estrés. Ahora que tenemos más tiempo podemos respetar sus ritmos dejándoles el espacio que necesitan para la realización de las rutinas diarias y de otros aprendizajes que serán fundamentales para ellos y ellas en el futuro.
- Crear rutinas más adaptadas a sus necesidades.
Dormir el tiempo adecuado, comer saludable y el juego libre es fundamental para el correcto desarrollo de los niños y niñas. Aprovechemos en hacer un buen planning que nos facilite después también el día a día cuando volvamos a la normalidad.
- Aumentar nuestros conocimientos sobre las distintas facetas de nuestros hijos e hijas.
Al compartir tanto tiempo es muy frecuente ver a nuestros hijos e hijas en situaciones que no solemos observar. Nos podemos dar cuenta de matices y actitudes de las que no éramos conscientes. Fíjate en su creatividad y foméntala, observa cómo juega y no intervengas continuamente dejándole así espacio para su aprendizaje. ¿Qué hace cuando se aburre? ¿Y cuando no consigue algo que está intentando? ¡Observa!
- Recalcular el tipo de educación que les estamos ofreciendo.
Valorar la educación que hemos dado hasta el momento a los y las pequeños/as de la casa y repensar nuestros pasos educativos es, lo sabemos, muy complicado. Ahora bien, si lo hacéis no os arrepentiréis en el futuro ya que estáis sembrando para luego recoger sus frutos.
Por ejemplo, si estamos enseñando a nuestros hijos e hijas que nos enfadamos cada vez que no hacen algo como queremos, es bueno replantearse el mensaje que les estamos lanzando. ¿Queremos que ellos actúen también con enfado? Nunca es tarde para ser buenos ejemplos y ofrecer valores que creemos importantes como pueden ser la solidaridad, empatía y la cooperación. Ahora que nos ven más, tenemos más oportunidades de ser el ejemplo que queremos ser.
Y por supuesto, para cualquier duda estamos a vuestra disposición.