Diálogo interno ¿Cómo mejorarlo?

¿Cómo es el diálogo que mantienes contigo mismo/a? ¿Crees que te hablas de manera amable y respetuosa? o por el contrario ¿los pensamientos/juicios sobre tu manera de actuar son generalmente negativos o limitantes? Probablemente haya muchas personas que no se hayan percatado del tono que utilizan para comunicarse consigo mismas.

Es frecuente también, encontrar personas que al tratar de modificar su diálogo, han desistido por sentirse incómodas consigo mismas. Es normal y lógico que esto suceda, puesto que como ya os hemos comentado en otros artículos, a nuestro cerebro no le gustan los cambios.  Al modificar tu diálogo será muy probable que aparezcan pensamientos como: “¡Pero qué cursilada!”, “Más te vale estar preparado para lo peor”, “Ya verás que chasco cuando no lo logres”, “Seguro que esto no sirve para nada y estoy haciendo el tonto”, “si esto funcionara de verdad saldría por la televisión”, etc. Si esto te sucede, estás ante una prueba inequívoca de que nuestro crítico interior funciona y nos afecta.

La calidad de los pensamientos que tengamos es un aspecto fundamental para nuestra autoestima y lograr nuestra propia aceptación. Puede parecer banal y sin consecuencias, pero sabemos, gracias a diversos estudios científicos, que esto no es así y que nuestros pensamientos no son inocuos. (Bisquerra, 2010). 

diálogo

Lo mejor de todo es que es un cambio que sólo depende de nosotros/as. Esto no quiere decir que sea sencillo, pero si que es un objetivo alcanzable. A continuación os proponemos una manera de lograrlo, pero creemos importante matizar, que no es una solucion magica. Con un diálogo interno potenciador y de calidad, lograremos encajar las situaciones desagradables con una mayor probabilidad de éxito, en ningún caso queremos insinuar que las situaciones desagradables vayan a desaparecer. 

La herramienta que os proponemos servirá para contestar a ese crítico interno que llevamos cada dia con nosotros/as. Escribiremos una frase en la que nos tratemos con amabilidad y respeto, tal y como haríamos con alguien a quien queremos y deseamos lo mejor. El dejarla escrita nos servirá para facilitarnos el cambio, puesto que si tenemos que pensarla en un momento desagradable, será mucho más complicado encontrar la inspiración.

Por ejemplo, si nos hemos olvidado las llaves de casa, podríamos llenar nuestra mente de pensamientos tipo: “soy un desastre”, “cómo me ha podido pasar algo así”, “si es que mi madre tiene razón, no tengo cuidado con las cosas” o “mi memoria cada vez está peor”. Esta manera de pensar es improductiva, culpabilizadora y nos lleva a una actitud pasiva ante las dificultades. Podríamos cambiarlos por otro tipo de pensamientos, que aunque al principio sean forzados, luego nos llevan actitudes proactivas y constructivas para nosotros mismos/as y las personas que nos rodean. Algunos de estos pensamientos podrían ser: “A veces pasan estas cosas”, “tengo los recursos necesarios para afrontar la situación y solucionarlo”, “cuando lo haya resuelto, pensaré cómo puedo evitar que me vuelva a suceder”. A medida que se entrene el sano diálogo interno, éste saldrá con mayor fluidez y naturalidad.

¿Por dónde empezar?

Los pasos son tan sencillos como eficaces:

  1. Deben estar en presente. Por ejemplo SOY, TENGO, MEREZCO….
  2. Redactadas en positivo, en estas frases evitaremos el uso del NO.
  3. Tiene que estar redactadas en primera persona, o incluyendo tu propio nombre. YO, Maria, SOY…
  4. Lo más general posible para que puedas aplicar la misma frase en diferentes situaciones.
  5. Escríbela en un folio, cartulina o lo que más te guste y ponla en un lugar visible para que tu cerebro se vaya acostumbrando a que ese mensaje es para ti.

Tómate el tiempo que necesites y escribe la frase hasta que te sientas realmente a gusto con lo que estás diciendo, puesto que si te sientes incómodo/a no es la frase que necesitas. Puedes buscar inspiración en internet o en las redes sociales, toda ayuda es buena para comenzar a tratarte con respeto. Os dejamos un ejemplo.

Os dejamos también un video en que Elsa Punset ofrece una herramienta más para lograr hablarnos con amabilidad, haz clic aquí para disfrutarlo.

Por último, si tenemos menores en casa o en nuestro día a día, seria fantástico que les hiciéramos participes de nuestro objetivo, puesto que estaremos ofreciéndoles un maravilloso ejemplo para evitar que reproduzcan ese diálogo interno negativo. Además también podrán escribir la suya propia, decorarla y colgarla en algún lugar donde la veáis cada día.

 

Referencias

Bisquerra Alzina, R. (2010). Psicopedagogia de las emociones. Madrid: Síntesis.

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