En el artículo anterior sobre atención al cuerpo hablamos de cómo desarrollar la educación emocional a través del cuerpo en la infancia. En este artículo nos vamos a referir a la importancia de atender nuestro cuerpo para estar mejor, para ser más efectivos y conocernos más profundamente.
¿Qué entendemos cómo cuerpo? Nos referimos al “cuerpo” como el instrumento de la mente y el corazón. Como la herramienta que nos permite ser personas efectivas en muchos ámbitos de nuestra vida. Las connotaciones estéticas las dejamos lejos de lo que nos referimos aquí.
Aunque durante muchos años hemos obviado la importancia de la atención al cuerpo, cada vez hay más estudios y experiencias que nos acercan a escucharlo e intentar entenderlo para poder cuidarlo/cuidarnos.
La Organización Mundial de la Salud dice que la inactividad en España el año pasado ha causado un 13.4% de muertes . El sedentarismo nos hace proclives al desarrollo de enfermedades. En contrapunto, poner más atención a nuestro cuerpo nos lleva a ser más productivos, nos reduce el estrés, mejora la autoestima y nuestro bienestar.
Cada vez existen más fórmulas para cuidar nuestro cuerpo en casi cualquier momento del día, ajustándose a las necesidades y ritmos de vida actuales. Por ejemplo existe una práctica estadounidense (cada vez más extendida en España) que se llama “Walking meeting”, lo que se podría traducir como “Reuniones paseando”. Consiste en salir de la sala de reuniones para realizarlas en un medio externo mientras se camina. Los beneficios que más se remarcan son: mejora la comunicación, produce un efecto relajante, se borran las barreras jerárquicas que no son positivas para la búsqueda de soluciones, ayuda a resolver conflictos, aumenta la creatividad y la generación de ideas y, por último, acaba con la rutina diaria de trabajo por lo que mejora el ambiente laboral.
La clave está en la siguiente premisa: cuando alteramos nuestro estado físico, cambiamos también nuestro estado emocional. Es decir, que forzando ciertos movimientos (o sin forzar) podemos modificar nuestras emociones. Por ejemplo la relajación, meditación, ejercicio, danza, paseo, deporte y/o gestos modifican cómo nos sentimos.
¿Quieres hacer una prueba?
Intenta sonreír por un momento. Y ahora sonríe un poco más. Es posible que te sientas de manera diferente a cómo estabas hace pocos segundos. ¿Te apetece otro intento? Ahora respira profundamente, despacio, llena tus pulmones, siente el aire dentro y ve soltándolo poco a poco. Ahora es más probable que te sientas más tranquilo. Si incluso estás demasiado tranquilo y tu deseo es agitarte, estar más activo y vencer un cansancio ocasional, entonces intenta esto: respira rápido, muchas veces y de manera superficial. Esa respiración es la que acompaña a la angustia y activa sensaciones muy diferentes a la anterior.
El cuerpo está recibiendo información constantemente, tanto desde fuera como desde dentro. Y esta información se envía rápidamente al cerebro. Entonces, muchas de nuestras emociones comienzan en nuestro cuerpo antes de que seamos conscientes de que las sentimos. Por ejemplo, un dolor en la zona de los hombros muy fuerte, un encogimiento de estómago… Nuestro cuerpo actúa en muchas ocasiones sin que seamos conscientes hasta pasado un tiempo, a incluso, a veces, sin que seamos conscientes nunca.
¿Para qué queremos saber esto? Para utilizarlo hacia nuestro beneficio. Sentimos lo que pensamos y pensamos lo que sentimos. La interconexión es directa, si hacemos cambios físicos esto también nos lleva a que se produzcan cambios mentales.
Si tenemos, por ejemplo, que tomar una decisión y estamos tensos y estresados las ideas no fluyen. Nos enquistamos ante la situación. Si queremos calmar la mente debemos relajar el cuerpo.
Primero obsérvate, dónde está la tensión. En 2013 un estudio Finlandés (Nummenmaa, Glerean, Hari y Hietanen) creó “El mapa corporal de las emociones”. Evidenciaron que las emociones tendían a ubicarse en diferentes partes del cuerpo. ¿Te has fijado dónde se acumula la envidia en tu cuerpo? ¿Y el enfado dónde lo sientes? ¿Y el estrés en general? Es normal que algunas manifestaciones del cuerpo las tengamos muy claras. Otras en cambio nos cuestan más identificarlas.
El siguiente paso es la apertura, realizar ciertos movimientos que liberen la respiración, la mandíbula, el pecho… Y, por último, muévete, activa tu cuerpo, sal y siéntelo.
Para finalizar os proponemos una serie de ejercicios que ayudan a atender el cuerpo y mejorar nuestra inteligencia corporal:
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