Constantemente nos vienen a la cabeza retos, objetivos, propósitos, deseos, anhelos… que a veces nos proponemos de manera más o menos seria o intensa y que al final se quedan en “humo”. Esto sucede hasta que llega ese momento en el que decidimos actuar.
Aquí vas a encontrar grandes y eficaces pautas para lograrlo. Hazte con una libreta, debe ser TU LIBRETA, asi que escógela bien y personalízala lo que tú desees y puedas identificarte claramente con ella.
El plan de acción se debe empezar desde la mirada introspectiva, desde el autoconomiento. Te invitamos a que empieces a trabajarlo desde estos dos artículos: autoestima y pensamientos.
Fíjate pequeñas metas. El plan de acción debe ser sencillo y práctico. A veces las cosas sencillas son las más potentes. Partimos de la premisa que cuanto mayor dispersión menor es el foco, por lo tanto cuanto más concretos seamos más nos vamos a poder focalizar y, por tanto, aumentamos las posibilidades de conseguir lo que nos proponemos.
Aunque este principio viene del mundo de la economía (el 20% de la población acapara el 80% de la riqueza) tiene aplicaciones muy interesantes en mucho ámbitos. Es un principio de productividad y te dice que el 20% de tus acciones y esfuerzos genera el 80% de lo que se obtiene. En este sentido, se trata de primero identificar qué es lo que te da mayor productividad para conseguir tus objetivos.
¿Qué es lo más eficiente para ti? Fíjate en lo que te aporta más resultados y priorízalo. También te puede ayudar poner atención en lo que funciona a los demás. Es probable que pueda aportarte algo valioso.
Y antes de empezar por los pasos para crear tu propio plan plantéate cuál es tu nivel de compromiso hacia el cambio. Si tu nivel no es alto, primeramente céntrate en aumentarlo y deja para más tarde otros objetivos.
Concreta las tareas y el tiempo lo más que puedas. Por ejemplo, si tu objetivo es reducir el nivel de estrés en tu día a día, no vale sólo con preguntarte en qué momentos del día vas a dedicarte a estar más tranquilo/a, sino temporalizar la tarea concreta. Ésta podría ser la de hacer Mindfulness una vez al día, por ejemplo. Una vez temporalizado esto podrías marcarte también miniobjetivos dentro de la tarea, como la de aumentar el tiempo de dedicación al Mindifulness según los progresos que vayas obteniendo.
Temporaliza todo aquello que te puede ayudar a cumplir tu objetivo, es el momento de la ANTI procrastinación y de empezar a hacer cosas que solías dejar para después, por ejemplo: ¿cuándo vas a ir al profesional para que te ayude o potencia en ese aspecto que quieres mejorar? ¿Cuándo vas a ir anotando tus pensamientos y tus patrones en un cuaderno? ¿Cómo vas a ir introduciendo los nuevos hábitos que quieres adquirir en tu día a día?
Y si no lo has conseguido, recuerda que somos aprendices de la vida. Date tu tiempo, piensa y reflexiona sobre todo lo que ha ocurrido. Los errores son la mayor y mejor fuente de aprendizaje.
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