¿Por qué insistimos en terapia en conectar con el niño/a interior? No es un capricho o fijación de la terapeuta, te contamos:
En un artículo anterior vimos el impacto que las heridas emocionales no curadas o traumas tienen en nuestro presente. Como muchas de nuestras dificultades, limitaciones o conflictos se deben a heridas dolorosas, que se han formado por experiencias o relaciones que llevamos en nuestra mochila. Más intenso aún es este proceso cuando esas heridas se producen durante la infancia.
Cuando somos niños/as nos vemos desprovistos/as de recursos. No podemos hacer frente a muchas situaciones y vamos creciendo y siguiendo con nuestras vidas con esas heridas sin cerrar en nuestro interior.
La buena noticia es que de adultos podemos trabajar con esas heridas de la infancia. Podemos reconectar con nuestro/a niño/a interior y así atender a lo que le duele, darle recursos para sanar, acogerle y cuidarle. Y con ello podremos adquirir recursos de gestión en el presente, podremos fortalecer a nuestro/a adulto/a, podemos sentirnos más integrados/as.
Trabajar para recuperar a tu niño/a interior implica volver a conectar con las distintas etapas de desarrollo y entender las necesidades que no se cubrieron, las heridas que dolieron. Esta técnica se inspira en intervenciones de corte humanista como las derivadas de la Gestalt o el Análisis Transaccional.
En definitiva, este trabajo implica: aprender cuáles eran tus necesidades de cada etapa y cubrírtelas a ti mismo/a en el presente, en sintonía con nuestro niño/a. Por ejemplo, identificar emociones que tenían que expresarse en un momento, etapa o situación y nunca se han expresado o diferentes gestos o demostraciones de afecto que necesitamos adquirir de nuestras figuras de apego y no obtuvimos.
La naturaleza dicta que se cubran esas necesidades en el momento y orden adecuados, si no es así, te conviertes en un/a adulto/a con un niño/a herido/a en su interior que clama por satisfacer esas necesidades, el niño o niña intenta cubrirlas de la forma que sabe y aquí se generan las dificultades del adulto presente.
Se trata de que nuestro/a adulto/a cuide a nuestro niño/a interior, herido/a
Para poder trabajar con el niño/a herido/a, este necesita confiar en el adulto saber que tiene recursos para ayudarle y hacerle frente.
En realidad, cuando se plantea una intervención con el/la niño/a interior se está proponiendo un símbolo con el que trabajar para ayudar a la persona a mejorar la relación consigo misma y a generar nuevos patrones de autocuidado.
Reconectar con nuestro/a niño/a interior es una gran herramienta de autoconocimiento ya que muchas de las dificultades de la etapa adulta residen en este niño/a dañado/a, que en su momento desplegó una serie de estrategias de adaptación que le resultaron útiles en la realidad que vivía, pero ya no tienen por qué serlo.
Te recomendamos que, si has tenido una infancia muy complicada o en la actualidad te encuentres muy inestable o con mucho malestar, este ejercicio lo hagas acompañado de un profesional que domine el tema. Si no es así te proponemos algunos ejercicios que puedes poner en práctica para reconectar con niño/a interior.
¿Suelo hacer cosas que me gustan por el mero hecho de disfrutar? ¿Qué me gustaba cuando era pequeño/a? Una comida, jugar, bailar…
Ponte a hacerlo, dale ese gusto a tu niño/a interior. Esto ayuda a que nuestro niño/a conecte con sus deseos y le resultará más fácil entonces entender sus necesidades. Esta, como herramienta de autoconocimiento, nos empuja a mirar aquella etapa olvidada y a reconectar con sus necesidades.
Acompañados/as de un profesional podremos llevar a cabo otros ejercicios guiados para conectar con nuestro/a niño/a interior herido y ayudarle a sanar.
Trabajar en nuestro desarrollo personal, en nuestro autoconocimiento y nuestra gestión emocional no solo ayuda en el presente, también ayuda a nuestro/a niño/a del pasado. Solo podremos ayudar a nuestro/a niño/a interior, cuando el/la adulto/a tenga capacidades para ayudarle. Cuando tengamos un/a adulto/a formado/a. El/la adulto/a debe tener más recursos que el/la niño/a. Ahora con nuestros recursos de adulto/a el/la niño/a puede expresar, puede sentir, puede permitirse ser porque ya hay alguien que lo recoja.
Tu niño/a necesita que le dediques cierto tiempo y atención, así sabrá que tiene en ti a un/a verdadero/a defensor/a.
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